sábado, 13 de diciembre de 2008

Qué me pasó



Mi empate con Víctor. Al final gané pero en un round extra cuando debí llevármelo cláramente. Eso cambiará en febrero. KATAKIUCHI, KOZURE OKAMI





Mientras me cambiaba de ropa mi mente era bombardeada por imágenes de trinfo. Era yo, con los dos brazos levantados riendo y recibiendo un cheque enorme, un cinturón hermoso y con el micrófono en la mano para compartir mi felicidad. Solo tenía que salir y ganar, algo tan fácil dentro de mi cabeza. Esa noche tenía que ganar tres peleas seguidas, algo muy fuerte (quienes saben de este deporte pueden decirlo). Las lesiones entre combate y combate, además del resto físico, juegan un papel primordial. Pero era yo, Miguel Sarria, el hombre más preparado del mundo, el que sería capaz de subir a fajarse con el campeón mundial sin titubear. Así pensaba poco antes de subir a mirarme las caras con el primer 'gallo' de la noche. Pero todo empezó mal y terminó peor. La primera 'víctima' era un improvisado. El tipo que iba a pelear conmigo se había lesionado tres semanas antes y el que lo iba a reemplazar no quería pelear. En el mismo evento decidió tirar la toalla así que buscaron a uno cualquiera para que yo lo reviente. Cuando lo vi en la otra esquina no supe qué hacer. Tengo que admitirlo, me sentí un poco abusivo e incómodo. Su condición física era pésima, además estaba lleno de tatuajes mal hechos y de cortes en todo el cuerpo. Sin duda, había subido por el dinero que le ofrecieron para que no me quedara sin rival. En un momento no supe si salir a liquidarlo o si perdonarlo y no malograrlo, esperando que él mismo sienta la diferencia y de un golpe quede K.O. Así es mi forma de ser lastimosamente. No soy un animal ni una máquina asesina, como muchos campeones. Por el contrario, creo que tengo un buen corazón y no me gusta lastimar a la gente. Pero esto es boxeo y tenía que salir a acabarlo en algún momento y así fue. En el segundo asalto, una patada mia impactó en su cráneo y quedó casi inconsciente. El árbitro paró el combate.
Salí del ring tranquilo pero pensando en la final. El tipo con el que me agarraría por el título es una verdadera pared. Muy duro y mi rival natural. Hace mucho que ese combate es esperado y todo se prestaba para que esa noche crucemos golpes. Mi mente estaba en él y no lesionarme. Su primer rival de Frank, así se llama, lo había dejado herido más de la cuenta. El enfrentamiento había sido una verdadera batalla y yo tenía que aprovechar esto.
Llegó el momento de subir al ring por segunda vez. Mi contrincante era un muchacho de 20 años que es considerado uno de los mejores prospectos a mediano plazo. Mi mirada hacia él siempre fue altanera. Mi mente estaba en Frank y no en ganarle a él. Yo daba por vencido ese combate y esa confianza me salió cara. Creo que actué muy mal. Pequé de soberbia y de exceso de confianza y salí a hacer lo justo necesario para ganar y pasar a la final sin lesionarme. Así fue. La justa con Víctor, así se llamaba mi rival de turno, se me fue complicando. Es cierto, no actué como lo he hecho en otras ocasiones y fui muy defensivo, pero también hay que tener en cuenta que el muchacho me hizo una buena pelea. Para él, ganarme a mi era como ganarle a Frank y bastaba con eso para crecer. Yo, en cambio, no podía perder. Mi exceso de confianza hizo que la pelea se me complicara y que Víctor me sacara un meritorio empate que yo no podía creer. Con el pasar de los minutos la pelea se me iba... y yo perdía las riendas cada vez más. Creo que gané en los 3 rounds pero eso no me basto. Quizás, quisieron premiar el esfuerzo de mi rival y la buena pelea que me hizo. Dieron empate y nos fuimos a un round extra donde todo se definiría. Este round lo hice mejor quizás y me bastó para ganar pero no como yo pensé. Mal, muy mal. Encima, me lesioné. Por tanto cuidarme para la final salí muy golpeado. No pude pelear la tercera y definitiva batalla y casi pierdo el segundo encuentro. Por confiado, soberbio y falto de actitud.
Pero esto da revancha. Inmediatamente terminada la justa con Víctor, su entrenador me pidió la revancha y la pacté. Ahora, con mucha humildad, entrenaré mejor que antes para ganarle. Mi mente estará en él y no en el premio.
La final con Frank no se dio por la lesión en mi pie derecho. Es una herida antigua que ha vuelto a molestar. Por un momento pensé en el retiro, pero esa idea ya pasó de mi mente. Hacerlo sería tirar la toalla y yo jamás he hecho eso.
Me he culpado mucho por mi error. Decepcioné a todos y lo sé. Muy bien entrenado pero muy mala actitud es peor que mal entrenado con buena actitud. Por suerte, gané el combate con Víctor a pesar de lo mal que actué. Me aseguré en la final, donde buscaré mi revancha conmigo mismo.
En marzo me veré la cara con Frank pero en febrero primero tengo que lavar mi honor con Víctor. Ahora viene lo bueno. Yo no me retiro y si perdí mi 'ojo de tigre' en algún momento, ahora lo tengo y destrozaré con mucho respeto y humildad al que me pongan al frente. Miguel Sarria hay para rato. Seré como un samurai que se aferra a la muerte para poder sobrevivir. Cuando suba a un ring lo haré dispuesto a morir para dar todo de mi. KATAKIUCHI, KOZURE OKAMI.

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